Actualmente la neurociencia demuestra que la clave de la belleza no
es subjetiva sino objetiva; algo es bello cuando están proporcionadas sus
relaciones, estas proporciones responden a un mismo patrón que podemos encontrar
en un poema, una pieza musical, una estatua, un cuadro, un edificio, el
universo y la naturaleza y que lleva el canon del ser humano.
Importantes especulaciones filosóficas, teológicas, naturales y
estéticas han surgido en torno a la “Proporción
Divina” desde que la humanidad empieza a reflexionar sobre las formas
geométricas que conforman el mundo; aunque en la escuela pitagórica se racionaliza esta doctrina, es en el Renacimiento cuando se estudia a
fondo la "proporción
áurea" que siguen las cosas hermosas y en especial el cuerpo humano
Es imprescindible conocer el
concepto de los números y formas geométricas de las que se partió para llegar a definir las proporciones aúreas y el llamado número de oro.
Venimos y vamos a la UNIDAD. Todo empezó con la unidad y en la
división de esta unidad está la metáfora de la creación del mundo que
conocemos; desde las galaxias hasta la más mínima célula formaron una sola
unidad de la que partió todo y se dividió en muchas otras conformando la
creación.
En las teorías pitagóricas no se
entiende el número como cantidad o cifra sino como idea. Para entender este
concepto de “idea” hemos de desarrollar un tipo de pensamiento muy particular y
que nos lleva a comprender el lenguaje
poético, metafórico, simbólico y trascendente de los números y la geometría. Se
parte por entender el punto como la manifestación del ser y el círculo como la
manifestación de la divinidad.
La
espiral logarítmica o de Durero (primer artista que logró dibujarla),
es la que emplea la naturaleza para hacer crecer de forma armónica a los seres
vivos, está vinculada al número de oro y a los rectángulos aúreos. Los Griegos descubrieron el número "áureo" al buscar una proporción "perfecta" para dividir una recta en dos segmentos "armónicos" entre sí. Observaron que al dividir un segmento en dos partes, la partición más perfecta y la más bella y armónica es aquella en la que la división o proporción entre la longitud del segmento de partida con su parte más grande es idéntica a la proporción entre ambas partes.
Pero no
estamos exclusivamente ante una curiosidad matemática, en realidad el número φ (fi) aparece en todas las formas naturales de crecimiento y en todos los seres vivos y
nuestro cerebro es capaz de percibir automáticamente las relaciones entre 1 y φ
como las más estéticamente agradables y las más hermosas.
Se trata de
un número irracional con infinitos decimales que no siguen ningún
orden y no puede ser representado con una razón (o
fracción) de otros dos números enteros. En realidad el número
áureo es el "más irracional de todos los números
irracionales", ninguna fracción (razón) puede
representarlo ni siquiera aproximadamente y aparece reiteradamente en la
naturaleza y sus formas de crecimiento.
Si formamos un
rectángulo cuyo lado más ancho sea φ veces mayor que el otro, nos encontramos
con el rectángulo aúreo. Ésta es la forma que nuestro cerebro
reconoce como “mejor proporcionada” y por ese motivo no es extraño que estemos
rodeados de objetos artificiales que tienen la forma de rectángulos áureos casi
perfectos.
Para reconocer si un rectángulo es áureo, hemos de poner juntos dos rectángulos iguales y unir el lado ancho de uno con el estrecho del otro, la diagonal del rectángulo “tumbado” ha de coincidir con el vértice del rectángulo “de pie”. Pero la propiedad más importante del rectángulo áureo es que se trata de la única forma geométrica que puede crecer a la vez en ancho y en largo (la misma cantidad) sin perder su forma “áurea” perfecta.
Durero se
dió cuenta de que esta forma de crecimiento era idéntica a la de la
espiral que aparece en todas las formas de la naturaleza, e ideó una
manera de dibujarla partiendo de
un rectángulo áureo descompuesto progresivamente en cuadrados y
rectángulos áureos más y más pequeños. La
espiral logarítmica además de gran belleza tiene propiedades matemáticas
únicas; aunque el tamaño de la espiral aumente hasta el infinito, su forma no
se altera en cada ciclo sucesivo; se enrolla alrededor de un punto (“su polo”)
sin llegar a alcanzarlo nunca, después infinitas vueltas más y más pequeñas. Si
nos acercamos poco a poco hacia su polo como si viajáramos por el espacio,
siempre veremos la misma curva, que decrece desde el infinito hacia su polo sin
cambiar nuca de forma.
Aparece en la naturaleza en casi
todas las formas de crecimiento de los seres vivos, unas veces de
manera evidente y otras oculta en la estructura de las células permaneciendo
siempre la propiedad única de crecer manteniendo la misma forma; también se
encuentra en fenómenos físicos como el movimiento
de las partículas atómicas o galaxias
espirales como la Vía Láctea.
Fenómenos atmosféricos Huracanes
y Tornados también presentan Espirales Logarítmicas; su polo, "el ojo del huracán" es el vértice donde se
originan las tremendas fuerzas de crecimiento y de giro de estas masas de aire
y vapor de agua.
Muy recientemente se ha
descubierto una nueva partícula a escala subatómica, el “Bosón de Higgs” también llamada
partícula de Dios. Se detectó
haciendo colisionar dos haces de protones consiguiendo que se destruyeran y se descompusieran
en múltiples partículas más elementales de vida corta; pues bien, muchas de
estas partículas se han podido detectar por las espirales logarítmicas que
siguen su trayectoria desde su creación hasta su desaparición en cuestión de
nanosegundos.
Esta proporción sobre todo en la
forma de rectángulo aúreo constituye uno de los cánones de composición de obras
de arte más utilizado en la historia. En arquitectura aparece en
múltiples ejemplos como la gran Pirámide de Keops, el Partenón, la Tumba rupestre
de Mira, la gran muralla china, la Puerta de la muralla de Bagdad, San Pablo de
Londres, El Castillo de Windsor, Santa María de las Flores de Florencia,
Palacios de la Plaza de la Concordia de París, la fachada de la Universidad de
Salamanca, torre Effiel, obras de Le Corbusier,
Edificio de ONU en Nueva York, torre CN de Toronto, etc.; en
pintura
desde el Bautismo de Cristo de
P. della Francesca, la Primavera de Boticelli, la Santa Cena y la Anunciación
de Leonardo, San Miguel y la bella Jardinera de Rafael, La
Creación de Miguel Ángel, Los Pastores de la Arcadia de Poussin, las Meninas de
Velázquez, Saturno devorando a sus hijos de Goya, hasta el Cristo y la Leda Atómica
de Dalí.
En cuanto a escultura son muchas las
obras que guardan las proporciones áureas ya que es en el cuerpo humano donde
mejor podemos descubrir el significado
físico y metafísico del número de oro.
Vitrubio en su obra De Architectura es
quien más explícitamente trata estas cuestiones, en relación con proporciones
medias e ideales del cuerpo estableciendo el canon ideal de belleza en
particular por las dimensiones del rostro y de la mano
La Divina Proporción preside
la longitud de los parágrafos de La Eneida de Virgilio y las
composiciones musicales de Bela Bartok, Mozart, Bethoven, Schubert, Debussy y
Satie entre otros.
PERCEPCIÓN DE LA BELLEZA EN EL
CEREBRO
En este punto, cabría preguntarse
si este canon de belleza y perfección es real y se trata de un modelo válido
para todos o bien es solo una imposición cultural.
La neurociencia actual nos
aporta los datos necesarios para responder a esta pregunta; cada hemisferio
cerebral está dividido en lóbulos y a su vez cada uno de ellos tiene una especialización. A grandes rasgos, el lóbulo
occipital está relacionado con la visión, el temporal con la audición, las emociones y la
percepción visual, los parietales con la representación tridimensional, los lóbulos
frontales están relacionados con la reflexión abstracta, la moral y otros; podemos
aspirar a conocer qué regiones de nuestro cerebro se activan cuando percibimos
un estímulo entendido como bello.
En 2007, un grupo de neurólogos
italianos realizaron un experimento para comprobar si existe en realidad un
lugar en el cerebro donde se detecta la belleza o la percepción de lo bello es
un proceso basado en el aprendizaje derivado de elementos culturales.
Se utilizaron 3 fotografías que
reproducían con variaciones una de las estatuas de referencia de la “belleza
clásica”: El Doriforo de Polícleto; dos de ellas estaban retocadas en la
proporción de las piernas respecto al tronco, mientras que la tercera
reproducía sin cambios la estatua canónica original de "proporción
áurea” y se mostraron a varias
personas
Prácticamente la totalidad de los
sujetos eligieron como la “estatua más bella” la creada por
Policleto que sigue la “Proporción Áurea”
Además de comprobar cuál era la imagen seleccionada por los participantes del experimento como la más bella y mejor proporcionada, simultáneamente se estudiaba la respuesta espontánea del interior de su cerebro mediante un equipo de resonancia magnética, que permitía ver en “tiempo real” las partes del cerebro que mantenían una mayor actividad neuronal.
Los resultados fueron claros y sorprendentes, además de la "corteza visual" situada en el
área occipital del cerebro, que es donde se reciben las imágenes de nuestra
vista, cuando el sujeto observaba la imagen de la estatua original de
proporción aurea, activaba simultáneamente dos conjuntos de neuronas; uno
situado en la corteza cerebral y otro en las profundidades del cerebro, la ínsula, que forma parte del sistema
límbico, donde se sienten las emociones y se ubica el centro del placer. El
resultado más impresionante del experimento fue que estas áreas NO se estimulaban cuando los sujetos
observaban las imágenes de estatuas no canónicas.
Esto demuestra que en nuestro cerebro
existe un detector "automático"
de proporciones perfectas en sus áreas más profundas y primitivas no asociadas con la lógica (la
corteza) ni con la personalidad (el
hemisferio izquierdo).
Pueden ver el experimento
completo en el siguiente enlace
Podemos concluir que dividir el
todo en distintas partes y establecer relaciones matemáticas en cualquier
creación artística es intuitivo; desde tiempos inmemorables el
perfeccionamiento de las formas depende
del establecimiento de interrelaciones armónicas como se refleja en las obras
que consideramos maestras. En Arquitectura, la sección aúrea 1/1,618, al
encontrarse entre las formas animales y vegetales nos acerca a la naturaleza;
es la proporción y la armonía matemática lo que puede purificar la arquitectura
y reconciliarla con la naturaleza.