Siempre me ha interesado y es algo que considero fundamental, el hecho de que se conozca y se entienda de una manera clara, como la inmensa mayoría de los avances tecnológicos en el campo del control climático tienen su base en los principios pasivos de la arquitectura ancestral y nuestra tecnología actual lo que hace simplemente es aplicar estos principios.
Actualmente, algunos profesionales de la arquitectura presentan sus proyectos como “bioclimáticos” en un afán de erigirse como abanderados de la modernidad ecológica; yo misma he empleado en más de una ocasión el término de “arquitectura bioclimática” para definir algunos de mis proyectos. Con el paso del tiempo he comprendido que hacer una arquitectura lógica y sensata no tiene porqué etiquetarse y máxime si entendemos que los primeros invernaderos lo desarrollaron los romanos, que el acceso al sol se hizo un derecho legal bajo el Código de Justiniano en una ley aprobada en el siglo VI d.c., que en la antigua Pompeya las casas patios se regían por ordenanzas que controlaban la masa térmica, o que los primeros techos verdes son los Jardines Colgantes de Babilonia.
Desde el auge de los acondicionadores de aire después de la Segunda Guerra Mundial, los arquitectos comenzaron a alejarse de las técnicas de enfriamiento pasivas y empezamos a ver las cajas cerradas de hormigón sustituyendo los sistemas de ventilación de la arquitectura vernácula.
Los edificios en las regiones desérticas iraníes siempre fueron construidos de acuerdo a las condiciones climáticas específicas del lugar; trampas de aire, techos arqueados, depósitos de agua, bóvedas, arcos, estanques y lechos de agua, se convierten en refrigeradores que controlan eficazmente la temperatura en el interior de las construcciones.
En el marco de estas ciudades desérticas, se encuentra la ciudad de Yazd, provincia de Irán que ocupa un área de 72,342 kilómetros cuadrados, y colinda por el norte y el oeste con Isfahan y con los desiertos de Kavir-e-Loot,Kavir-e-Namak y Dasht-e- Kavir; su situación unida a la poca precipitación pluvial dan a la provincia un clima extremadamente árido. La diferencia de temperatura día-noche es muy grande y el aire tiende a ser muy seco todo el día.
Yazd, localizada en la parte central de Irán, se considera una especie de oasis en medio del desierto, siendo una de las ciudades persas más antiguas, y su arquitectura, una de las más tradicionales de la zona.
El análisis de los elementos arquitectónicos de la ciudad de Yazd representa una referencia para entender el funcionamiento climático de las ciudades del desierto.
En el marco de estas ciudades desérticas, se encuentra la ciudad de Yazd, provincia de Irán que ocupa un área de 72,342 kilómetros cuadrados, y colinda por el norte y el oeste con Isfahan y con los desiertos de Kavir-e-Loot,Kavir-e-Namak y Dasht-e- Kavir; su situación unida a la poca precipitación pluvial dan a la provincia un clima extremadamente árido. La diferencia de temperatura día-noche es muy grande y el aire tiende a ser muy seco todo el día.
Yazd, localizada en la parte central de Irán, se considera una especie de oasis en medio del desierto, siendo una de las ciudades persas más antiguas, y su arquitectura, una de las más tradicionales de la zona.
El análisis de los elementos arquitectónicos de la ciudad de Yazd representa una referencia para entender el funcionamiento climático de las ciudades del desierto.
Calles estrechas e irregulares y altos muros de adobe, contribuyen a que estas ciudades puedan soportar las temperaturas extremas del lugar. Los edificios están interconectados unos con otros y cerrados todos ellos por altos muros de adobe que además de protegerlos de los rayos solares, permiten ampliar los espacios habitables situando los pisos por debajo del nivel de la calle y evitando así que la planta superior sobresalga del muro perimetral. El entorno de la ciudad está completamente cerrado para evitar que los fuertes vientos y tormentas penetren en ella y sus calles principales se enfrentan a la dirección del viento.
Los altos muros maximizan la sombra en el suelo y el calor de la luz solar directa se minimiza con pequeñas ventanas que no se enfrentan al sol.
Tipológicamente los edificios se estructuran alrededor de un patio interior central con cúpulas que cubren zonas interiores de piscinas o lechos de agua que servirán para enfriar el aire y contribuir a la refrigeración de la casa. Los muros y techumbres se recubren con una mezcla de lodo y paja aunque las cúpulas se suelen realizar de ladrillo para su mayor protección externa.
Los pisos están semienterrados o enterrados (siempre por debajo del nivel de la calle) y la adaptación al clima se integra realizando una vida regida por las estaciones: de esta forma los habitantes de la casa utilizan diferentes lugares durante el día o la noche, o bien durante el invierno (lado sur) y verano (lado norte, bodega y techo).
El uso común de formas curvas, cúpulas y bóvedas en todas sus variantes viene determinado por su geometría que no permite un calentamiento mayor al no incidir los rayos solares perpendicularmente sobre toda la superficie.
El concepto de “la arquitectura hacia dentro” y en el empleo de elementos arquitectónicos como malqafs, badgires, mashrabiyas, salsabil, taka, iwan, shaan, son la base de los logros bioclimáticos conseguidos en estas edificaciones.
Desde el Kabishkan, o ático, se suele controlar toda la casa y generalmente se van construyendo como “nidos” en las cuatro esquinas del patio interior.
El uso común de formas curvas, cúpulas y bóvedas en todas sus variantes viene determinado por su geometría que no permite un calentamiento mayor al no incidir los rayos solares perpendicularmente sobre toda la superficie.
El concepto de “la arquitectura hacia dentro” y en el empleo de elementos arquitectónicos como malqafs, badgires, mashrabiyas, salsabil, taka, iwan, shaan, son la base de los logros bioclimáticos conseguidos en estas edificaciones.
Desde el Kabishkan, o ático, se suele controlar toda la casa y generalmente se van construyendo como “nidos” en las cuatro esquinas del patio interior.
Pero quizá, los elementos más característicos y que confiere un sello distintivo del lugar son los malqafs y badgires, torres o captadores de viento que se elevan sobre las cubiertas presentando un fascinante paisaje de chimeneas. Estas trampas de aire o torres de viento, que se vienen utilizando en esta región desde el año 3000 a.d.c., son dispositivos arquitectónicos tradicionales persas realizados para crear ventilación natural en los edificios.
Las trampas de aire existen en la mayoría de las casas y se erigen como elementos simbólicos que representan la personalidad y estatus del dueño de la casa diferenciándose unas de otras por su tamaño y decoración. Es algunas regiones donde la elevación del viento es diferente podemos ver trampas de aire en distintas altura de la casa.
El captador de viento puede funcionar por varios métodos, En el más común, la badgir, es una estructura con forma de chimenea situada por encima de la casa con huecos que se abren o cierran en función de la dirección de los vientos que son aspirados hacia dentro; un lecho de agua proporcionado por qanats en la parte inferior hace que el aire se enfríe antes de ser distribuido por toda la casa. En las casa antiguas, se disponía de bancos realizados de ladrillo y cubiertos por alfombras alrededor del lecho de agua y este era el lugar donde los habitantes pasaban las horas más calurosas del día.
El espesor de las paredes, las torres o trampas de viento y la correcta dimensión de los orificios en las viviendas son los elementos claves para conseguir el sistema de control climático.
El manejo correcto de estas chimeneas no solo cambia la temperatura del aire sino también su humedad generado por el depósito de agua situado en la parte inferior de la trampa
En un ambiente sin viento o una casa sin agua, un captador de viento funciona como una chimenea solar Se crea un gradiente de presión que permite que el aire caliente menos denso viaje hacia arriba y escape por la parte superior.